La fumigación aérea es una guerra química contra la población
14 julio, 2012
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Las situación de las fumigaciones en todo tipo de producción agraria
es sumamente peligrosa y va empeorando. Luego de múltiples estudios e
investigaciones científicas y periodísticas, nos detendremos en las
fumigaciones aéreas sobre cultivos transgénicos.
Apuntamos a este tipo de fumigación porque, desde la implementación
en la producción agrícola de los Organismos Genéticamente Modificados
–como la soja transgénica-, la utilización de plaguicidas ha crecido
exponencialmente.
Analicemos algunos números. En 1990 se utilizaron 35 millones de
litros/kilos de plaguicidas en la campaña agropecuaria; con el ingreso
de la biotecnología transgénica en el año 1996 se aceleró su uso
consumiéndose 98 millones de litros de plaguicidas. En el año 2000
fueron 145 millones de litros. El año pasado fueron 292 millones de
litros y este año estaremos rociando los campos con más de 300 millones
de litros de herbicidas, insecticidas, acaricidas, fungicidas y demás
venenos.
En otras palabras, se está tirando anualmente sobre las tierras, y
por consiguiente sobre las personas, alrededor de 120 piletas olímpicas
de natación de veneno. Dicha cantidad, equivale -para que todxs puedan
dimensionar realmente la magnitud del problema- a unas sesenta mil
pelopinchos. Esto afecta directamente a un territorio donde viven al
menos 20 millones de personas.
Aún más alarmante es el hecho de que cada vez se necesitan más y más
litros de plaguicidas para sostener la producción de transgénicos. El
dato lo obtenemos si realizamos la siguiente comparación: en 15 años se
expandió el área cultivada en un 50%, pero la cantidad de plaguicidas
utilizados se incrementó en más de un 1000%.
Haciendo historia
Podemos mencionar que el método de fumigación aérea se consolidó como
método de aplicación de pesticidas, durantela Segunda GuerraMundial.
Cabe aclarar que, en aquel entonces, no se utilizaba con fines
estrictamente agrícolas, sino como arma química. Los objetivos a los que
apuntaban estas aeroaplicaciones a veces eran humanos y otras
vegetales. El resultado fue la utilización actual de la fumigación aérea
aplicada a la agricultura y, por consiguiente, contra la población
mundial.
Con la efectividad que habitualmente tienen las armas utilizadas en
las guerras, las fumigaciones aéreas causaron la muerte inmediata de
todo tipo de especies vivas, vegetales, animales y humanas en batalla y
posteriormente, en la producción agropecuaria (sin mencionar las muertes
por enfermedades derivadas de la exposición prolongada a plaguicidas).
Basta sondear un poco, para encontrar casos de comunidades y
poblaciones diezmadas por fumigaciones en Paraguay, Argentina, Colombia y
la lista sigue.
Casos de muertes de animales podemos mencionar los ocurridos en Isla
Verde provincia de Córdoba Argentina o los ocurridos en la localidad de
Guichón en Uruguay en el año 2009, etc. A pesar de que los grandes
medios de información habitualmente no cubren este tipo de hechos, están
saliendo cada vez más a la luz.
Una inmensa cantidad de organizaciones, científicxs y profesionales
en diversas áreas han remarcado la peligrosidad de las fumigaciones en
sus diferentes métodos, pero destacan que el más peligroso es el aéreo.
Esto ocurre por la deriva (dispersión del producto venenoso fuera del
campo aplicado) que en este tipo de fumigación es considerablemente
mayor que en la aplicación por método terrestre. Además, los agrotóxicos
son arrojados con mayor concentración debido a que los aviones poseen
tanques un cuarto más pequeños que las máquinas terrestres.
Como mencionábamos anteriormente, la deriva es mayor debido a que en
la fumigación aérea las microgotas de aplicación de los venenos son más
pequeñas y concentradas que en las terrestres. Sumado a esto, al
arrojarse de mayor altura, a mucha mayor velocidad y expuesta a los
vientos, se evaporan más rápido, volatilizan y llegan a distancias más
lejos por acción del viento.
¿Qué tan considerable es la deriva del veneno?
La deriva depende de cada producto, hay algunos muy volátiles y otros
un poco menos pero todos los agroquímicos, por ser compuestos de la
química orgánica tienen alta volatilidad. Para ejemplificar, podemos
mencionar que estudios realizados en 2009 en Europa demostraron que
plaguicidas aplicados en Francia se detectaban en el aire de Islandia a
las 48 hs de su aplicación en el país galo, en otras palabras los
plaguicidas recorrían más de 2400 kilómetros en menos de 48 horas. Estos
estudios fueron fundamentales en la promulgación de la Directiva 128/09
del Parlamento Europeo que establece en su Art. 9 que los Estados
miembros garantizarán la prohibición de las pulverizaciones aéreas con
plaguicidas con fecha límite para adaptarse a la normativa año 2011.
Cabe destacar que países como Alemania ya se adaptaron a la misma
prohibiendo las fumigaciones aéreas. Otros estudios demuestran la
presencia de diferentes pesticidas agropecuarios en zonas sin actividad
agropecuaria como la Antártida y Alaska. (Recordemos que un estudio del Conicet del año pasado demostró que el ENDOSULFAN está en la Antartida...)
Es conveniente que las personas que lean esta nota se pregunten ¿Se
estará fumigando con aviones a menos de 2400 kilómetros de mi casa, mi
escuela, mi hospital, mi trabajo, etc.? La respuesta es simple, usted
está siendo directa o indirectamente fumigada/o.
La impunidad viene sobre alas
El método de fumigación aérea está siendo cada vez más utilizado en
Argentina y el mundo, sobre todo, en regiones cercanas a poblaciones y
asentamientos humanos. Utilizar aviones les garantiza a los
“productores” y a quienes realizan las aplicaciones mayor impunidad a la
hora de envenenar a personas y ecosistemas.
Cada vez que se asienta una denuncia contra una fumigación cercana a
una comunidad es poco probable que la misma progrese. Menos probable es
que vengan autoridades a constatar el hecho y es casi seguro que si la
fumigación fue mediante avión, para cuando alguna autoridad llegue a
realizar una investigación, claro está, del avión no quedan ni huellas.
Además, para cerrar el blindaje de impunidad, la fumigación aérea
normalmente es ejecutada por Sociedades Anónimas y Pool’s de Siembra,
donde demostrar quienes son los responsables ya es complicado de por sí.
Así mismo, a la hora de realizar la denuncia al testigo se le solicita
una serie de datos como la chapa del avión, dato que no posee ningún
organismo controlador de dicha actividad. Estas son técnicas que los
envenenadores fueron desarrollando junto a las complicidades de los 3
poderes del Estado, para intentar resultar impunes de los
aniquilamientos a los que someten a las personas.
Fumigación Aérea para Todos
La re estatizada Fábrica Argentina de Aviones (ex Fábrica Militar de
Aviones) de Córdoba anunció con bombos y platillos la triste noticia de
la fabricación de aviones fumigadores para uso agropecuario. En su
lugar, podrían aspirar a fabricar aviones sanitarios, de rescate, etc.
pero no, el dinero está en los transgénicos agrícolas así que, hacia
allá van volando.
En palabras de la empresa, en 2012 fabricarán 20 aviones para ir
aumentando la producción hasta llegar a 1200 aviones que llevarán a
aumentar la cantidad de plaguicidas arrojados a nuestro suelo y a
nuestra gente de 300 a 500 millones de litros anuales.
Para las lxs Médicos de los Pueblos Fumigados de Argentina, dicha
medida tan aplaudida por el gobierno, es una medida nefasta que costará
las vidas de muchísimas personas.
Un dato
Cuando se fumiga con avión, se calcula que la mayoría de las
microgotas sean de 50 micrómetros de diámetro, pero muchas pueden ser de
medidas muy diferentes. Por ejemplo, una microgota de 5 micrómetros de
diámetro tardaría una hora en tocar la tierra si es arrojado a3 metrosde
altura. En ese tiempo, puede ser arrastrada más de4800 metroscon un
viento de 5km/hr (el mínimo que se sugiere para fumigar). Esto sin tener
en cuenta que se evaporaría casi instantáneamente, si la humedad
ambiente fuese menor al 80%.
Podemos deducir entonces que siempre existe un margen de error
incalculable e impredecible, que lleva a que la fumigación aérea sea
peligrosa tanto para el medio ambiente como para el ser humano.